El Yoga es unión, eso es lo que se extrae de su definición, basándonos en la traducción pertinente de la lengua sánscrita. Si hablamos haciendo uso del significado más profundo que implica el Yoga, entonces debemos decir que es la unión en y con uno mismo, pero también, la unión con dios, la divinidad, el ser supremo.
Sin embargo, no se debe caer en el error de creer que esta técnica es religiosa, dado que no se emplea con ese fin, es una disciplina abierta a todo el mundo, a toda persona y por ello, posee un carácter universal.
Conforme fue pasando el tiempo, las distintas interpretaciones que se hicieron sobre está técnica permitieron crear cada vez más nuevos tipos de Yoga, la mayoría de estos se desprendían de alguna otra disciplina más antigua, sin embargo, se le daba vida a una nueva técnica yoguica, haciendo aún más vasto este interesante mundo. Fue así como se comenzó a hacer referencia a las distintas corrientes del Yoga, todas distintas entre sí, pero con los mismos objetivos que planteaba la disciplina que se conoció hace unos 5.000 años atrás.
En la actualidad, hay numerosos debates acerca de la legitimidad de los distintos tipos de Yoga que han surgido, porque en muchos casos, se habla de un mal uso del término Yoga para hacer referencia a simples técnicas que apuestan a lo físico, dado que para ser entendidas como corrientes del Yoga, estas deben entender al ser humano como un todo, en el que se conjugan el aspecto físico, mental y por supuesto el espiritual.
¿El nuevo Yoga, o lo que se considera como tal, apela a la unión del ser humano en sus tres facetas? El nuevo Yoga es una clasificación que hace alusión a las técnicas más modernas que se han creado en torno al mundo del Yoga. Entendiéndose a estas no sólo como aquellas que simplemente se imparten en occidente, sino como todas las disciplinas que se crearon en los últimos años.
Algunos de los considerados tipos de Yoga modernos son conocidos bajo el nombre de Power Yoga, Iyengar, Ashtanga Vinyasa, Jivamukti, Acro Yoga, Swásthya Yoga, entre otros. Todos estos estilos han nacido en la segunda mitad del siglo XX o bien, a inicios del siglo XXI.
El primer concepto con el que se suele relacionar a las corrientes del Yoga más modernas, es el de la intensidad en la práctica física de estas disciplinas, sin embargo, no todas las técnicas mencionadas anteriormente coinciden con esta descripción. Power Yoga, Acro Yoga y Ashtanga Vinyasa podrían ser las que más se vinculan a la definición anterior, dado que estas abogan por la realización de asanas que desafían la fuerza física del practicante, así como su resistencia, su flexibilidad, coordinación y equilibrio. Algunas de ellas son más intensas que otras, por ejemplo, el Power Yoga apela a un gran trabajo cardiovascular y por ello, es considerado uno de los más dinámicos y veloces estilos, en cuanto al ritmo de su práctica.
En Iyengar Yoga la intensidad también existe, pero está se deposita en la concentración del alumno, este debe poner toda su atención en la perfección de asanas, en el movimiento y en la respiración, todo lo que debe ser perfectamente coordinado.
En el caso de la técnica Jivamukti, este es uno de los tipos de Yoga que establece variedad en su práctica, en ella coincide el estudio de las escrituras, la adoración a dios, la compasión, la apreciación de los sonidos sagrados y finalmente, la meditación.
La técnica Swásthya Yoga ofrece en su práctica 8 pasos o partes, en estos encontramos ejercicios conocidos como mudras, que son gestos o ademanes, intercambio de energías, mantras, control de respiración, purificación del organismo, asanas, ejercicios de descontracción y la meditación.
El nuevo Yoga es considerado entonces, aquel que se adapta al contexto del mundo de hoy en día y a quienes lo habitan, ofreciéndoles soluciones prácticas a sus dolencias y el encuentro con esa esencia y fuerza vital que se creía pérdida, es decir, el simple encuentro con uno mismo.