En el occidente, el yoga es, sobre todo, considerado un ejercicio físico más que una filosofía de vida o religión, pero el yoga es una práctica que va más allá del ejercicio físico.
Hay varios aspectos en los que el yoga es un ejemplo por excelencia de una práctica humana. Para hacer yoga auténtico uno debe hacerlo regularmente. La repetición regular de un comportamiento es parte de lo que se quiere decir con la palabra “práctica”. Tocar un instrumento musical diario o ejercer un deporte de equipo en conjunto se denominan comúnmente prácticas.
En los Yoga-sutra Pantanjali dice que el yoga es una práctica (abhyasa) en el sentido de ser el esfuerzo hacia la estabilidad de la mente. Tal estabilidad no se logra con solo contener la respiración o cualquier otra acción individual. La estabilidad consiste en una capacidad más amplia y duradera para evitar sensaciones y concepciones de la inhibición de la concentración y la meditación. La práctica se hace sólida cuando se ha realizado por un largo tiempo, sin descanso y con toda seriedad.
La práctica del yoga es intrínsecamente valiosa, no es un medio para un fin no relacionado funcionalmente. Muchas personas se cepillan los dientes cada mañana y noche, pero este comportamiento rara vez se conoce como una práctica. Los dientes se cepillan para evitar su deterioro, no porque hacerlo es una experiencia que es satisfactorio. Entre los ocho miembros del yoga son las observancias (niyama), las que incluyen la satisfacción. Es la alegría la que impregna el yoga: permite que las posturas sean estables y la respiración profunda y lenta. El objetivo del yoga no es, pues, otra cosa que la experiencia plena.
Un valor inherente al yoga es la actividad regular que la califica como una forma de excelencia humana. Las máquinas ahora pueden ejecutar ciertas operaciones con más eficiencia que los seres humanos pero esto no ha evitado que los atletas corran carreras con entusiasmo y los jugadores de ajedrez compitan intensamente, recibiendo elogios por sus esfuerzos más brillantes. Obtienen satisfacción y reconocimiento, en gran parte debido a que se ennoblecen a sí mismos con estos logros y mejoran como personas. El yoga promueve una excelencia única que se identifica con el conocimiento del ser interior.
En el yoga se realizan prácticas físicas que, paradójicamente, tienen la intención de hacer que el practicante esté menos apegado a las sensaciones físicas y percepciones. En su mayor parte, las concentraciones del yoga promueven las extremidades superiores, la meditación y la conciencia liberada. Es por ello que el yoga es una práctica disciplinada. Se trata de un valor inherente de la conducta humana regular que es privativo de carácter, instructivo en la adopción y equilibrado en el sentido en que implica grados modulados tanto de autosupervisión como del esfuerzo inconsciente.
Se trata de una práctica espiritual que está orientada hacia una excelencia humana que se logra mediante la transformación de uno mismo gracias a encontrarse con la realidad de uno mismo. En su contexto original el yoga era a la vez una práctica religiosa y espiritual, hoy en día en Occidente, es a menudo espiritual sin ser específicamente religioso en el sentido de que la doctrina y la comunidad no tienen ningún lazo con alguna religión institucional.